Colette, sexualidad peligrosa: 1
¿Hay acaso algún hombre en este mundo que no piense con su pene? Cabrones, todos son unos cabrones, solo piensan en sexo y yo necesito dinero, lo único para lo que pueden servir. Esa era la forma de pensar de Colette una muy guapa mujer de escasos 26 años. Pero para ella no era suficiente, la vida que había llevado hasta este día no era la mejor, tras una noticia que cambiara sus planes a futuro, el dinero ya no es una prioridad. Tomara la decisión de detener para siempre a los hombres que muchas veces creyeron que era inferior o la vieron como un objeto sexual, que mal que creyeron eso, que mal.
Capitulo 1
-Colette te quieren- le dijo Rebeca.
Rebeca iba entrando en los vestidores y estaba del otro lado de la estancia. Colette que tenia unos papeles en las manos miró a Rebeca, una de sus amigas mas íntimas y en las que más confiaba. Oh como quiso correr hacia ella y llorar entre sus brazos toda la noche, pero eso no podía ser, era hora laboral y ella tenia trabajo que hacer. Soltó los papeles y los guardó en una carpeta blanca y los metio en lo mas profundo de su locker. Salio del vestidor y volteo hacia la pequeña sala individual donde se encontraba un hombre de unos 40 años, era gordo y con una barba de una semana. Llevaba una playera roja, un chaleco de eso materiales sintéticos y unos vaqueros que le quedaban muy ajustados, que asco pensó verlo sentado con ese bulto entre las piernas, esperando con esa cara de perro en celo. Genial traileros, de toda la mierda que entra a este lugar ellos son los que me eligen a mi, pensó Colette.
-Quiere un privado Colette. - Le dijo Rebeca al oído mientras le daba la espalda al sujeto que esperaba a unos metros de ellas. Él le dirigía un intento de mirada seductora.
-Hay que asco como detesto a estos tipos.- Dijo Colette, mientras lo miraba con una mirada sensual que no le costaba mucho trabajo, todas las noches tenia que usarla.
Cuando empezó a caminar hacia el hombre Rebeca le detuvo -No bebé pero para llevar.- Colette se detuvo en ese momento volteando hacia Rebeca con una cara de sorpresa. ¡¡No puede ser!! pensó Colette, detestaba eso, de todos los lugares como Mimadas ese era de los pocos que tenia servicio a domicilio y para llevar. Maldito Genaro hijo de puta, hacia lo que fuera por ganar más dinero y aparte le encantaba explotar lo más posible a todas sus chicas. Ahora lo que más odiaba hacer, lo tendría que hacer con la criatura existente que más aborrecía en toda la tierra, los hombres específicamente traileros.
Aunque sabía de los riesgos que era mandar chicas con cualquier idiota, a Genaro no le preocupaba en lo más mínimo, putas, al fin y al cabo se dan en masa. Ademas no pagaban nada mal por ese plus, pero no era común que un trailero pagara tanto por esos servicios, igual disfrutaba con hacerlo en un privado. Pero Genaro sabía muy bien que ya la tenia en la mira, no era la primera noche que venia, siempre veía a Colette pero no pagaba nada era extraño, pero ahora lo sabia se la guardaba para ser su premio, y no lo dudaba ella era hermosa, 1.70 de altura, cabello castaño hasta los hombros, ojos grandes y con un color entre verde y miel, era delgada como le era posible mas no exagerado como otras, tenia un par de senos levantados y redondos y un culo como pocas, lo mejor de todo es que era natural ella iba en contra de toda cirugía, tenía pánico a quedarse fría en medio de una. Definitivamente una de sus mejores adquisiciones.
El trailer estaba lleno de basura y cd's de banda y grupos norteños, calcomanías de mujeres y algo de una oración de choferes. Pendejadas pensaba ella, pero nada la podia distraer de lo que iba a pasar en unos minutos, el cerdo que estaba a lado no dejaba de hablarle y decirle obsenidades, ella no llevaba ni 30 minutos con el y ya lo odiaba. Tenia ganas de llorar pero no, ese día ya había llorado una vez y no iba a permitir que esa noticia que había recibido en la tarde la derrumbara, no de nuevo. Ella ya habia tomado una decisión que no le fue facil, pero en su interior tenia unas ganas tan grandes de hacerla realidad, ese deseo que desde su infancia había formado y por fin esa noche lo iba a cumplir.
El cerdo se orillo en la carretera, apago el trailer, dejando una fluorecente luz morada y miro hacia su nuevo trofeo. Oh si bombón, valio la pena no haber gastado nada en la semana por ti, ahora por fin iba a descargar toda su carga de 6 días de abstinencia. Y como lo vas a gozar pensó. Si, ella definitivamente lo gozaría pero no de la manera que el estaba pensando.
El se acerco hacia ella, con una mirada insinuosa, no era tonto el notaba el desprecio de ella, pero eso solo le excitaba más. Ahorita te haré gozar y si no, a la fuerza, con gusto te haré mi perra. Pensó cada vez más excitado.
-Ven bebé no seas tímida, yo se que te gusta. No haremos nada que no quieras a menos que cambies de parecer y me lo pidas.- le dijo mientras reía.
El cerdo, dirigió su mirada hacia el bulto que se marcaba en su apretado pantalón, y con su mano tomó la de Colette llevandola hacia ahí. Ella podía sentir el calor que emanaba y aunque estaba flácido se podía sentir una erección. Vaya es obvio que tu pansota no te deja ver tu pene, ¿eso es de lo que te enorgulleces? Colette casi podía reír, en realidad no esperaba que fuera muy grande, pero por como se marcaba en su pantalón si llego a dudar. No era el primer hombre así con el que se acostaba y sabia que carecían de eso, tal vez su grasa se lo tragaba. Otro movimiento del hombre la distrajo de sus pensamientos, lo único que la alejaba de la situación. Wow ¿tan rápido ya estaba erecto? era obvio que el cerdo ya sabia a lo que iba y no pensaba perder el tiempo. Se desabrocho el pantalón y bajo el cierre. -Maldito ni siquiera traía ropa interior- eso si fue una sorpresa para Colette que sentía que cada minuto detestaba más a ese hombre.
Tomó a Colette por la nuca y la dirigió hacia su pene. -Oh si muñeca, ahora si vas a saber lo que es un macho, prueba esta carne que tanto te va a gustar.- Le dijo el hombre que sudaba ya de la excitación, se notaba el tiempo que llevaba sin descargar.
Su pene olía mucho a mugre y sudor, pero para no hacerlo muy largo, decidió metersela a la boca rapidamente, sabia que si se la mamaba muy bien el se vendría rápido, pero con cerdos como él estaba casi segura que ahí no terminaría. No le costaba trabajo tenerla toda adentro posiblemente media unos 12cm. Lo que a ella le molestaba era la cantidad de pelos que tenía, nunca le habían parecido atractivos. Eran cafés y se dirigían hacia arriba y sabia que no le iba a gustar eso, esperaba que el no se fuera a quitar la camisa. Así que siguió mamando, incluso los huevos. El cerdo estaba completamente excitado tenia los ojos cerrados y no soltaba su cabeza, la empujaba hacia su pene. Sabia ella que el no tardaría en empezar a gemir y quizás a darle embestidas.
El hombre empezó a tocar su espalda dirigiendo sus manos hacia su trasero. Era tal la excitación que el cerdo tuvo que retirar a Colette de su pene o hubiera terminado en ese momento. Pero había pagado demasiado como para acabar en una mamada. Así que decidió quitarse el chaleco y la camisa que llevaba puesto, dejando a la vista una enorme panza con un camino de pelos que bajaba hacia sus genitales y otra que subía hacia su pecho donde terminaba en otro bosque de pelos que cubría gran parte de él. Un macho como debía ser pensó. Ella solo creía que era un cerdo con parte de oso.
Después de quitarse la camisa el cerdo prosiguió, empezando por tocar los senos de Colette, con más brusquedad de la que ella gustaba, pero no dijo nada, eso le excito más. ¿Acaso pude encontrar una puta tan más buena? me la voy a coger tan duro que gritara y suplicara por más. Esas ideas lo ponían al 100, era lo que lo había hecho esperar una semana para eso, quería que fuera el sexo mas genial que hubiera tenido.
Le quito la blusa azul que llevaba, y su mini falda blanca, era algo para morirse con ese sostén rosa y su tanga negra. El hombre sintió que un animal surgía y despertaba dentro de él, tener su cuerpo y su calor a lado era algo embriagante, podría durar toda la vida cogiendose a esa mujer. Con toda esa excitación no espero más y le quito el sostén y empezó a besar sus senos, eran redondos y sus pezones tan paraditos y de un color canela que hacían un juego perfecto con su piel morena de un estilo caribeño. Parecía que le gustaba, oh vaya que le gustaba, como mamaba y besaba sus pechos y pezones mientras introducía su mano por su tanga sintiendo el calor de lo que había ahí. Metió su dedo en la vagina de ella mientras lo movía en pequeños círculos y de arriba hacia abajo. Estaba de nuevo al 100, no podía esperar a meterle su pene.
-Ahora, vas a saber lo que es un hombre bombón, te meteré esto hasta que goces.- Así que tomo a la chica para acomodarla en otra posición. Bajo su tanga hasta las rodillas, donde ella se las quito. Era perfecto lo que había, su vagina estaba completamente depilada y su textura era suave, la acomodo de forma que ella quedara frente a él con las piernas abiertas y apoyadas en sus hombros, él pudo apreciar su cuerpo en todo su esplendor, su bello rostro de maniquí, esos senos levantados y un poco separados, le encantaba que no fueran muy grandes así podía manipularlos mejor, y esa vagina tan hermosa, no era rosa ni muy oscura, era como una tonalidad perfecta, todo su cuerpo era perfecto. Así que la devoró como pudo con la lengua, con sus labios, quería sentir y probar toda su vagina, el hueco, las pieles que la separan, los labios, ese sabor salado que desprendía, oh si eso era el cielo para él. Sabia que estaba lista así que empezó a tocar sus genitales de nuevo, no tardo mucho para que estuviera completamente erecto otra vez.
La jaló un poco hacia el, toco su torso con sus dos manos dirigiéndolas hacia sus pechos, su cuello y de regreso a sus caderas y nalgas. Para introducir su pene, en una embestida rápida y dura, la había metido toda a la primera, pudo ver el gesto de dolor en el rostro de su chica. Oh si sabia que te iba a gustar, pensaba. Siguió con un lento pero fuerte mete y saca, estaba empezando a gemir. Lo que le excitaba aun más, el solo pensar que en cualquier momento sus testículos soltarían una carga de una semana lo estaba llevando al éxtasis. Cuando sentía que iba a terminar la mujer lo detuvo.
-No, primero quiero montarte.- Le dijo Colette, a lo que él reacciono con una sonrisa picara, ella disfrutaba ver a la cara a los hombres en el momento que ellos consideraban más placentero, el momento en el que de verdad eran felices, vaya que animales eran.
El cerdo se acomodo de la manera en la que hacia unos minutos ella estaba puesta, el no dejaba de sudar y respirar rápidamente. Ella pasó su pierna hacia el otro lado para estar de rodillas encima del hombre, prácticamente estaba apoyada en su panza, con su mano busco el pene que aun estaba erecto y lo acerco hacia su vagina, dejándose caer lentamente sobre el para tenerlo completamente adentro, fingió un gesto de dolor, ella sabia que nada le gustaba más a los hombres que sentir que eran deseados y únicos, no era muy difícil solo fingía dolor, exageraba las situaciones y hacia caras de placer, a veces pegaba gritos para que ellos terminaran más rápido, era la técnica que hacia un par de años Rebeca le había enseñado, era usada por todas, así siempre de que volvieran ellos, era como asegurarse un cliente y por lo tanto una paga.
Llevaban tres minutos y ella seguía encima de él, ella se movía de toda las maneras que le eran posibles en ese pequeño espacio, en pequeños círculos, hacia delante y atrás y por supuesto de arriba a abajo. Parecía que todo lo que hiciera lo hacia disfrutar. Hechó una mirada rápida hacia lo que le rodeaba y lo vio, entre toda la basura que había en un pequeño espacio de la puerta, le sobresalto un brillo metálico, era perfecto. Justo lo que había estado buscando en todo el trayecto, se encontraba en la puerta del lado del chofer. De repente una enorme sonrisa de satisfacción se pinto en su cara, que lastima que el hombre no pudo leerle la mente, el solo creyó que era el mejor en el sexo. No por mucho tiempo.
Ella arqueo la espalda y apoyo sus manos en el pequeño espacio del asiento que salia de los hombros del cerdo, sus senos rebotaban con cada movimiento que daba y su pezones estaban erectos por el constante rose que tenían con el estomago de él. El hombre estaba sumamente acelerado, tomaba sus nalgas con las dos manos, hacia ruidos con la boca, gracias a su acelerada respiración.
-Oh si perra, me encanta mamita, oh si, oh.- decía él, sabiendo que no faltaba nada para terminar. Fue cuando vio en ella una sonrisa extraña, no le dio importancia estaba sintiendo un cosquilleo subiendo por su pene y cerro los ojos para terminar, que gran error fue eso.
Ella sabiendo que era la única oportunidad que tenia se movió hacia adelante, estiro su mano, sujetando el objeto asegurándolo con fuerza, lo acerco al cuello del cerdo, pero él tenia los ojos cerrados y no lo notó, el iba a tener su orgasmo al fin. Ella tenia que actuar rápido, si no, no tendría oportunidad contra alguien de su tamaño, sintió que el levantaba la cadera una convulsión lo hizo abrir los ojos con un espasmo, pero ya era tarde, solo pudo sentir el ultimo movimiento de la chica por la que había pagado una fortuna, un liquido caliente empezó a escurrir y manchar todo. No habría un mañana para ese hombre, pero ella le había dado un perfecto último regalo.
Ella se levanto y saco el pene del hombre que ahora se encontraba flácido, se había venido a chorros, era notable el tiempo que llevaba sin sexo. Ella soltó la navaja que tenia en la mano derecha, estaba llena de sangre, igual que el pecho del hombre, el asiento, su cara y su cuello de donde seguía emanando el liquido oscuro. Había visto en un programa de policías e investigaciones que el cuello tenia una vena donde pasaba mucha sangre, no se imaginaba la cantidad, hasta que clavo la navaja de manera diagonal en el cuello, de inmediato salieron chorros de sangre, pero se aseguro de clavar la navaja una vez más, todo se había manchado, el solo había tenido la oportunidad de hacer un sonido gutural imposible de entender. Se encontraba ahora quieto, tirado en los asientos, con los ojos abiertos sin vida, mirando hacia lo que unos minutos atrás había sido su trofeo.
Colette abrió la puerta del trailer y se vistió, tuvo que limpiarse antes con la camisa del hombre para no manchar nada de su ropa, que era muy importante, se puso los zapatos del hombre y con mucha fuerza lo jalo de su asiento, que mal que fuera tan pesado. Miro la hora en su celular y vio que eran las 2:34 am. No había mucho tiempo así que lo tiro del camión, lo jaló como pudo lejos de la carretera, después de dar un esfuerzo inútil, tomó la decisión de alejarlo rodando, a unos 50 metros estaban unos arbustos y hierba lo suficientemente alta como para ocultar el cuerpo bastante bien. Busco entre la ropa del hombre, y sacó su cartera, su teléfono y otras cuantas cosas, sabia que al tomarlas tendrían sus huellas por lo que no pensaba dejarlas ahí. Había otro problema, era demasiada sangre la que estaba en el asiento izquierdo y le seguía un pequeño camino hacia la tierra, la removió toda hasta asegurarse que no quedaba rastro en el suelo. tomo el pantalón y el chaleco y lo escondió lo más lejos que pudo del camino. Conservo la camisa sabiendo que podía servirle de algo. La rompió y puso la parte más grande en el volante y otra en la palanca de cambios. Lo único que tenia que hacer era mover el camión un poco más adelante y eso complicaría toda la investigación de los policías, si es que había una.
Se detuvo y bajo de él, se aseguro de no dejar nada suyo ahí, tomo los pedazos de la camisa, las botas y el condón usado. Los escondió de la misma manera que el resto de la ropa pero por separado, guardo el condón en su bolsa y se dispuso a irse. No podría pedir raite hasta estar lo suficientemente lejos del camión.
Los hombres siempre la habían menospreciado y subestimado, creían que era solo una chica creada para satisfacer sus necesidades sexuales, creían que era débil, ella esa noche se había demostrado lo contrario, había acabado con un cerdo, que confió en sus instintos más salvajes, no le había costado nada de trabajo y sin embargo por primera ves había disfrutado hacer algo con los hombres, esa seria su primera vez, más no su ultima.
Colette estaba decidida a probar que las chicas no son, ni serán de nuevo, las putas de hombres calientes. Esa era su promesa y la iba a cumplir. Ya no tenia nada que perder.
La jaló un poco hacia el, toco su torso con sus dos manos dirigiéndolas hacia sus pechos, su cuello y de regreso a sus caderas y nalgas. Para introducir su pene, en una embestida rápida y dura, la había metido toda a la primera, pudo ver el gesto de dolor en el rostro de su chica. Oh si sabia que te iba a gustar, pensaba. Siguió con un lento pero fuerte mete y saca, estaba empezando a gemir. Lo que le excitaba aun más, el solo pensar que en cualquier momento sus testículos soltarían una carga de una semana lo estaba llevando al éxtasis. Cuando sentía que iba a terminar la mujer lo detuvo.
-No, primero quiero montarte.- Le dijo Colette, a lo que él reacciono con una sonrisa picara, ella disfrutaba ver a la cara a los hombres en el momento que ellos consideraban más placentero, el momento en el que de verdad eran felices, vaya que animales eran.
El cerdo se acomodo de la manera en la que hacia unos minutos ella estaba puesta, el no dejaba de sudar y respirar rápidamente. Ella pasó su pierna hacia el otro lado para estar de rodillas encima del hombre, prácticamente estaba apoyada en su panza, con su mano busco el pene que aun estaba erecto y lo acerco hacia su vagina, dejándose caer lentamente sobre el para tenerlo completamente adentro, fingió un gesto de dolor, ella sabia que nada le gustaba más a los hombres que sentir que eran deseados y únicos, no era muy difícil solo fingía dolor, exageraba las situaciones y hacia caras de placer, a veces pegaba gritos para que ellos terminaran más rápido, era la técnica que hacia un par de años Rebeca le había enseñado, era usada por todas, así siempre de que volvieran ellos, era como asegurarse un cliente y por lo tanto una paga.
Llevaban tres minutos y ella seguía encima de él, ella se movía de toda las maneras que le eran posibles en ese pequeño espacio, en pequeños círculos, hacia delante y atrás y por supuesto de arriba a abajo. Parecía que todo lo que hiciera lo hacia disfrutar. Hechó una mirada rápida hacia lo que le rodeaba y lo vio, entre toda la basura que había en un pequeño espacio de la puerta, le sobresalto un brillo metálico, era perfecto. Justo lo que había estado buscando en todo el trayecto, se encontraba en la puerta del lado del chofer. De repente una enorme sonrisa de satisfacción se pinto en su cara, que lastima que el hombre no pudo leerle la mente, el solo creyó que era el mejor en el sexo. No por mucho tiempo.
Ella arqueo la espalda y apoyo sus manos en el pequeño espacio del asiento que salia de los hombros del cerdo, sus senos rebotaban con cada movimiento que daba y su pezones estaban erectos por el constante rose que tenían con el estomago de él. El hombre estaba sumamente acelerado, tomaba sus nalgas con las dos manos, hacia ruidos con la boca, gracias a su acelerada respiración.
-Oh si perra, me encanta mamita, oh si, oh.- decía él, sabiendo que no faltaba nada para terminar. Fue cuando vio en ella una sonrisa extraña, no le dio importancia estaba sintiendo un cosquilleo subiendo por su pene y cerro los ojos para terminar, que gran error fue eso.
Ella sabiendo que era la única oportunidad que tenia se movió hacia adelante, estiro su mano, sujetando el objeto asegurándolo con fuerza, lo acerco al cuello del cerdo, pero él tenia los ojos cerrados y no lo notó, el iba a tener su orgasmo al fin. Ella tenia que actuar rápido, si no, no tendría oportunidad contra alguien de su tamaño, sintió que el levantaba la cadera una convulsión lo hizo abrir los ojos con un espasmo, pero ya era tarde, solo pudo sentir el ultimo movimiento de la chica por la que había pagado una fortuna, un liquido caliente empezó a escurrir y manchar todo. No habría un mañana para ese hombre, pero ella le había dado un perfecto último regalo.
Ella se levanto y saco el pene del hombre que ahora se encontraba flácido, se había venido a chorros, era notable el tiempo que llevaba sin sexo. Ella soltó la navaja que tenia en la mano derecha, estaba llena de sangre, igual que el pecho del hombre, el asiento, su cara y su cuello de donde seguía emanando el liquido oscuro. Había visto en un programa de policías e investigaciones que el cuello tenia una vena donde pasaba mucha sangre, no se imaginaba la cantidad, hasta que clavo la navaja de manera diagonal en el cuello, de inmediato salieron chorros de sangre, pero se aseguro de clavar la navaja una vez más, todo se había manchado, el solo había tenido la oportunidad de hacer un sonido gutural imposible de entender. Se encontraba ahora quieto, tirado en los asientos, con los ojos abiertos sin vida, mirando hacia lo que unos minutos atrás había sido su trofeo.
Colette abrió la puerta del trailer y se vistió, tuvo que limpiarse antes con la camisa del hombre para no manchar nada de su ropa, que era muy importante, se puso los zapatos del hombre y con mucha fuerza lo jalo de su asiento, que mal que fuera tan pesado. Miro la hora en su celular y vio que eran las 2:34 am. No había mucho tiempo así que lo tiro del camión, lo jaló como pudo lejos de la carretera, después de dar un esfuerzo inútil, tomó la decisión de alejarlo rodando, a unos 50 metros estaban unos arbustos y hierba lo suficientemente alta como para ocultar el cuerpo bastante bien. Busco entre la ropa del hombre, y sacó su cartera, su teléfono y otras cuantas cosas, sabia que al tomarlas tendrían sus huellas por lo que no pensaba dejarlas ahí. Había otro problema, era demasiada sangre la que estaba en el asiento izquierdo y le seguía un pequeño camino hacia la tierra, la removió toda hasta asegurarse que no quedaba rastro en el suelo. tomo el pantalón y el chaleco y lo escondió lo más lejos que pudo del camino. Conservo la camisa sabiendo que podía servirle de algo. La rompió y puso la parte más grande en el volante y otra en la palanca de cambios. Lo único que tenia que hacer era mover el camión un poco más adelante y eso complicaría toda la investigación de los policías, si es que había una.
Se detuvo y bajo de él, se aseguro de no dejar nada suyo ahí, tomo los pedazos de la camisa, las botas y el condón usado. Los escondió de la misma manera que el resto de la ropa pero por separado, guardo el condón en su bolsa y se dispuso a irse. No podría pedir raite hasta estar lo suficientemente lejos del camión.
Los hombres siempre la habían menospreciado y subestimado, creían que era solo una chica creada para satisfacer sus necesidades sexuales, creían que era débil, ella esa noche se había demostrado lo contrario, había acabado con un cerdo, que confió en sus instintos más salvajes, no le había costado nada de trabajo y sin embargo por primera ves había disfrutado hacer algo con los hombres, esa seria su primera vez, más no su ultima.
Colette estaba decidida a probar que las chicas no son, ni serán de nuevo, las putas de hombres calientes. Esa era su promesa y la iba a cumplir. Ya no tenia nada que perder.
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